Si te gusta invertir en mercados monetarios muy poco regulados y famosos por atraer a los delincuentes, entonces la criptomoneda es para ti.
Justo el pasado mes de mayo, piratas informáticos robaron $40 millones en el intercambio de criptomonedas Binance. Pero aun cuando nunca hayas tenido ningún problema con las monedas digitales, no debería sorprenderte saber que el mundo del bitcóin, Ethereum y otras criptomonedas está plagado de fraude.
En qué consiste
Una criptomoneda es una moneda electrónica —no son billetes ni monedas metálicas— que opera en forma independiente de los gobiernos y los bancos centrales, como el Banco de la Reserva Federal. Las personas guardan las criptomonedas, como el bitcóin, en billeteras electrónicas que están protegidas con contraseña. Se puede transferir dinero de billetera a billetera, de manera anónima, para comprar una pizza, vender un automóvil o incluso pagar un rescate, siempre que la otra parte en la transacción acepte bitcoines.
Entre algunas de esas otras partes se encuentran AT&T, Microsoft y Overstock.com, aunque hay muchas empresas que no aceptan criptomonedas.
Los bitcoines pueden comprarse y venderse en plataformas de intercambio usando dólares estadounidenses y otras monedas tradicionales. Y utilizando una computadora para resolver problemas matemáticos cada vez más complejos, se crean nuevos bitcoines. Este proceso se denomina “minería” y requiere mucha potencia de procesamiento informático y mucha electricidad. Quienes resuelven el problema reciben un bitcóin como recompensa.
El bitcóin y otras criptomonedas se asientan en un libro contable denominado cadena de bloques, que resulta prácticamente imposible de modificar.
El valor de las criptomonedas varía a diario, según las condiciones del mercado. Las variaciones pueden ser enormes. En los últimos cinco años, el bitcóin, la criptomoneda más negociada, aumentó un 7,884%, desde el 31 de marzo del 2015 a su máximo histórico de $19,497 en el 2017. Ahora se negocia a $10,150. En la actualidad, hay más de 1,000 criptomonedas en el mundo. Las tres principales son bitcóin, XRP y Ethereum.
Las desventajas de estas monedas son obvias: la mayoría de las personas prefieren una moneda que no fluctúe mucho. Si hubieras acordado con el propietario de tu apartamento que le pagarías cinco bitcoines al mes por el alquiler hace cinco años, tu alquiler habría aumentado de $1,221 en marzo del 2015 a $50,700 en febrero del 2020 debido al tremendo aumento del valor de la moneda digital.
Criptomoneda: cualquiera de las varias monedas electrónicas no reguladas, como el bitcóin, que se usan para hacer pagos.
Billetera: una bóveda electrónica, protegida con contraseña donde guardas tu criptomoneda. Si pierdes la contraseña o alguien más la obtiene, tu criptomoneda podría desaparecer.
Minería: para minar una moneda tienes que resolver rompecabezas matemáticos complejos en un bloque de transacciones, que finalmente se agrega a la cadena de bloques. Las operaciones de minería actuales usan hardware y software especializados y mucha electricidad.
Cadena de bloques: el libro contable público de las transacciones en criptomonedas. Es básicamente inalterable y anónimo: puedes ver qué transacciones se han hecho, pero no necesariamente quién las hizo.
Intercambio: una plataforma en la que puedes comprar y vender diferentes tipos de criptomonedas. Luego, estas monedas pueden depositarse en una billetera virtual que acepte la moneda. A veces también es posible convertir la moneda digital a dólares.
Dado que todas las negociaciones se realizan de manera anónima en línea, las transacciones con criptomonedas implican un gran riesgo. “Estás interactuando con personas que nunca llegas a conocer ni podrás visitar”, en una moneda que no puedes tocar, “Es un medio que se presta para el fraude”.
Un problema es la manipulación del mercado. Quienes tienen grandes cantidades de criptomonedas —llamados “ballenas”— pueden ofertar precios altos por el bitcóin, por ejemplo, lo que atrae a nuevos inversores impacientes por aprovechar la situación. A medida que la moneda aumenta, las ballenas cobran sus ganancias y dejan a los inversores nuevos con pérdidas.
Una de las maneras más fáciles de estafar es creando una criptomoneda nueva, especialmente cuando el bitcóin está en alza. Los inversores, preocupados por perderse el auge de la criptomoneda, actúan rápidamente.
Por ejemplo, dos californianos lanzaron una moneda nueva, el Bitqyck, en el 2016, cuando la rival bitcóin comenzaba su ascenso a un valor de $19,497. Bitqyck era extremadamente asequible: se vendía a 2 centavos. Sus promotores, Samuel Mendez y Bruce Bise, decían que Bitqyck subiría a $3 y se mantendría a ese precio. Al 11 de noviembre del 2018, Bitqyck había bajado a $0.000572. Bise y Mendez llegaron a un acuerdo de conciliación con la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) el pasado agosto. Acordaron devolver todas sus ganancias deshonestas, con intereses, y pagar multas civiles de más de $890,000 y $850,000, respectivamente.
Los fraudes más recientes se han centrado en la venta de intereses en estafas de minería de bitcóin y el pago adicional a los inversores que atraen participantes nuevos. El pasado mes de diciembre, por ejemplo, tres hombres fueron arrestados por su participación en el BitClub Network, un esquema Ponzi que presuntamente les quitó $722 millones a los inversores. Estos tipos de engaños obtienen dinero de inversores nuevos para pagarles a los inversores anteriores, hasta que toda la pirámide colapsa.
Otras estafas se han enfocado en la generación de energía para la minería de bitcóin. La creación de bitcoines nuevos a nivel global requiere una cantidad enorme de electricidad —actualmente, casi la cantidad que Suiza consume en un año, Una estafa, firmaba falsamente que estaba llevando a cabo una operación de minería de bitcóin “verde” en Islandia que había sido endosada por la jueza Ruth Bader Ginsberg de la Corte Suprema y tres exprocuradores generales de Estados Unidos. Los reguladores del estado de Texas cerraron la estafa en marzo del 2018.
Otros esquemas fraudulentos ofrecen retornos descabellados de las inversiones en la minería de bitcóin. Ultimate Assets, con sede en Arlington, Massachusetts, prometía pagar un retorno de $5,000 por una inversión de $500, lo que significa que aquellos que invirtieran $5,000 obtendrían $50,000. Los reguladores del estado de Texas cerraron la estafa en septiembre del 2018.
“El fraude con las criptomonedas muestra pocas señales de disminuir”, afirma Rotunda, de la Junta de Títulos Valores del Estado de Texas. En el 2019, entre el 20 y el 25% de los casos de fraude con títulos valores en el estado “tuvieron algo que ver con las criptomonedas”. La North American Securities Administrators Association, una organización sin fines de lucro con sede en Washington, D.C., definió al fraude con criptomonedas como una de las principales amenazas a los consumidores para el 2020.
Los promotores de estos engaños obtienen su dinero de inmediato y las victimas, con frecuencia, lo pierden todo. “Prometen una manera muy segura de diversificar las inversiones del mercado de valores y colocan el dinero en un mercado que está mayormente desregulado”, dice Rotunda. Pero, agrega, en última instancia, el factor que impulsa a los estafadores de criptomonedas es el miedo de dejar pasar ganancias increíbles que nunca se concretan.
La Red contra el Fraude, de AARP, puede ayudarte a identificar y evitar las estafas. Inscríbete para recibir nuestras Alertas de vigilancia, consulta nuestro mapa de rastreo de estafas (en inglés) o llama gratis a nuestra línea de ayuda especializada en fraudes al 877-908-3360 si tú o un familiar sospechan que han sido víctimas de una estafa.
Suena el teléfono. Una voz enérgica, amistosa y desconocida pregunta si tienes un minuto para aprender a triplicar tu dinero en solo seis meses invirtiendo en minas de oro y plata. O tal vez recibes un correo electrónico que te recomienda urgentemente que compres acciones de una empresa cuyo precio indudablemente llegará a las nubes. Parece demasiado bueno para ser cierto… porque es demasiado bueno para ser cierto.
Todos los años el fraude se cobra miles de millones de euros de inversionistas. Esto no es nada nuevo. A principios de la década de 1920, para mencionar un ejemplo famoso, un estafador llamado Charles Ponzi desplumó a un gran número de personas prometiéndoles abundantes retornos con un extraño esquema para especular con cupones internacionales que los participantes en varios países se enviaban por correo entre ellos. En realidad, Ponzi usaba el dinero de los inversionistas nuevos para pagarles a los inversionistas que ya estaban dentro de la maniobra.
Es un truco que los estafadores todavía utilizan en la actualidad. Pero en el mundo de hoy hay formas más variadas y poderosas —llamadas telefónicas automatizadas, correo electrónico, TV, redes sociales— de llegar a la gente común y convencerla de que entregue su dinero. Un estudio realizado en el 2019 por expertos en fraude en la University of Minnesota y en AARP, encontró, en comparación con los inversores en general, las víctimas de estafas de inversión tienden a ser hombres mayores que invierten en la bolsa con mayor frecuencia y que suelen responder a ofertas de inversión que les llegan inesperadamente mediante llamadas telefónicas, correos electrónicos, publicidad en televisión o “seminarios” financieros gratis.
Los defraudadores en inversiones suelen dirigir sus estafas a personas mayores, a quienes consideran más confiadas que generaciones más jóvenes, menos dispuestas a decir que no, y más propensas a tener activos aprovechables luego de toda una vida trabajando, según agencias del orden público, reguladores y grupos activistas. En enero del 2020, por ejemplo, un hombre de Carolina del Norte y otro de Texas fueron condenados a largas sentencias tras las rejas por vender millones de dólares en acciones de una empresa falsa que supuestamente desarrollaba automóviles eléctricos y de gas natural de última generación, una estafa que duró cuatro años que, dijeron los fiscales, en gran medida se aprovechó de las víctimas mayores.
Pero cualquiera, a cualquier edad, puede ser blanco de estas estafas, y todos podemos tomar ciertas medidas básicas para reducir la posibilidad de ser víctimas del fraude.