Tropezar mil veces con la estafa financiera de los malditos chiringuitos financieros.
Debe estar en la naturaleza humana esa insistencia en caer y recaer en las trampas de los estafadores financieros.
Ni la perseverancia de las autoridades sobre la necesidad de indagar en el origen de esos prodigiosos asesores que ofrecen ganancias imposibles, ni un refranero cargado de advertencias, ni los medios de comunicación o el cine que de forma recurrente reflejan esos timos, impiden el engaño.
Puede que cambien las formas, los métodos, pero el fraude sigue ahí.
David Kanehman ganó el Nobel de Economía por ilustrarnos sobre cómo nos perdemos sistemáticamente en condiciones de irracionalidad cuando decidimos sobre nuestro dinero. “Somos seguidores de tendencias, no necesariamente comprobadas. Es decir, bastaría con que alguien (el presunto arquitecto de la estafa), construya el envoltorio y busque un escenario de complicidad, y ya lo tienes. Un nutrido grupo de seres humanos picará, sin duda, el anzuelo”. Y añade: “Solo basta con que exista un tercer factor: la necesidad (real o imaginaria), como perder peso, recuperarse de la quiebra económica, curar la salud, etc… Tres ingredientes sencillos y potentes para arruinar, potencialmente, a cualquiera”.
Con el reclamo de las criptomonedas y unas ganancias meteóricas anunciadas en redes sociales, la Audiencia Nacional se ha hecho cargo de varias presuntas estafas. En total, superarían los 35.000 afectados y los datos de la Guardia Civil apuntan a un volumen cercano a los 250 millones de euros.
En las criptomonedas, utilizadas como ganchos en estos presuntos fraudes, hay que distinguir entre las inversiones legítimas y el engaño que ahora se reviste de estas formas. No obstante, “los criptoactivos no tienen un valor intrínseco, están escasamente regulados y, en general, operan en un limbo legal en muchos aspectos”.
“Existen plataformas de intermediación, normalmente ubicadas en países con fiscalidad sospechosa, que hay que evitar porque suelen estar integradas por empresas pantalla”.
Desde la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) se han puesto manos a la obra para poner freno a estas estafas. Su presidente, Rodrigo Buenaventura, presentó a finales de junio en el Congreso su iniciativa de un Plan de Lucha contra el fraude financiero, después de apreciar un incremento de consultas de inversores por ofertas recibidas de entidades no registradas y por presuntas estafas, muchas de ellas ligadas a criptoactivos o derivados sobre divisas, acciones y materias primas.
“En España las instituciones —tanto las fuerzas de seguridad, como la justicia, los legisladores, los supervisores y muchos otros— están plenamente comprometidas en la lucha contra el fraude. Hasta ahora hemos encontrado muy buena predisposición para abordar esta cuestión en otras administraciones, empezando por el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, que ha mostrado apoyo y convencimiento en la necesidad de abordar este problema”, explican desde la CNMV. Ahora bien, el organismo supervisor cree que debe implicarse el sector privado, porque un aumento del fraude puede afectar también a su reputación.
Un aspecto novedoso de este aumento del fraude viene de la propia “gamificación” que se está produciendo en algunos grupos. Este palabro, nacido en el mundo de la enseñanza, hace referencia a que inversores —normalmente jóvenes — asocian la inversión a un mero juego. “Ha experimentado un gran crecimiento debido a la pandemia por el mayor acceso a internet; porque se pasa más tiempo en casa debido al teletrabajo, y por un aumento de publicidad agresiva por parte de entidades no reguladas”, apuntan desde la CNMV.
Un concepto en el que abunda la propia CNMV, para quien la digitalización pone al alcance de los ciudadanos nuevas vías de acceso a las actividades financieras que sin duda son muy beneficiosas, pero también ha dado nuevas herramientas a los estafadores para dirigirse a sus potenciales víctimas. “Hay que reforzar la formación y la educación financiera para que esos ciudadanos tengan herramientas para poder detectar ese posible fraude y no caer en él”, advierten desde el supervisor de los mercados.
El organismo presidido por Rodrigo Buenaventura publica casi diariamente listas de chiringuitos financieros tanto españoles como europeos que ofrecen de forma ilegal sus servicios de inversión. No están autorizados para captar el dinero de nadie y quedan al margen de las empresas de servicios de inversión reguladas y supervisadas que figuran en los registros de los supervisores europeos. En estos chiringuitos es dónde se producen las estafas. Cosa distinta es la mala praxis de los intermediarios regulados y vigilados que, además, tienen el respaldo del Fondo de Garantía de Inversores (Fogain) en casos de quiebra o de “desaparición” del dinero.
Desde el organismo supervisor comentan algunos criterios para empezar a sospechar sobre el intermediario. “Cuando alguien contacta con el inversor sin que se le haya solicitado ese contacto. También si ofrece altas rentabilidades en productos muy sofisticados difíciles de entender. También cuando apremien a invertir rápidamente y de manera agresiva ya que si no perdemos una oportunidad única. En estos casos es importante pararse, pedir a la entidad que nos contacta toda la información sobre la inversión, exigirle tiempo para reflexionar y estudiarlo y, sobre todo, comprobar que la entidad está registrada en la CNMV”, aconsejan.
Un eslogan tipo “duplica tu inversión” o “¿quieres ganar miles de euros en poco tiempo?”, debe “alertarnos de una posible trampa en la que puede caer fácilmente el inversor atraído por conseguir dinero rápido”. Y es que nadie da duros a cuatro pesetas.
El uso de las nuevas tecnologías para el fraude ha hecho más sensibles a sus usuarios a caer en los engaños. Desde la CNMV hablan de todo tipo de perfiles de inversores, aunque indican que “recientemente ha aumentado la publicidad de estas actividades fraudulentas en redes sociales” buscando un público más joven. También buscan personas con conocimientos financieros y cierto nivel de ingresos que potencialmente puedan hacerse clientes. Y añaden: “De la misma manera que en algunos momentos buscan residentes en zonas costeras en temporadas turísticas; o personas con necesidades de financiación. Como decimos, no hay un perfil definido: puede afectar a todo tipo de personas”.
La proliferación de dispositivos ha expuesto a todos a un riesgo aún mayor de caer en manos de un ciberdelincuente. “El acceso está a un clic. Ahora bien, el perfil del joven e inexperto inversor que tiene acceso diario a las redes y a la publicidad en las mismas hace que estemos ante uno de los sectores más vulnerables”.