Los clientes del banco, que adquirieron cinco títulos de Valores Santander por importe de 25.000 euros en septiembre de 2007, «sin que mediase ningún documento ni explicación previa sobre la naturaleza y riesgos de un producto que se ofreció como seguro y de elevada rentabilidad.
El banco está obligado a «informar debidamente al cliente de los riesgos asociados a este tipo de productos» y, por tanto, y en este caso concreto, el Banco Santander debía «cerciorarse de que el cliente conocía bien en qué consistía el producto que contrataba y los concretos riesgos asociados» al mismo, así como haberse asegurado de qué era lo que más le convenía al cliente.
Por todo ello, el juzgado ha condenando al Santander a reintegrar al matrimonio el perjuicio real sufrido, más los intereses desde la fecha de la reclamación extrajudicial, así como al pago de las costas.