El Juzgado de Instrucción número 1 de Torrox, en Málaga, ha notificado este lunes la detención del bróker Javier Biosca, imputado por una macroestafa con criptomonedas que alcanzaría los 280 millones de euros, que tiene cerca de 600 víctimas, y que se ha entregado una vez la Audiencia Nacional había librado contra él una orden internacional para dar con su paradero. Sigue privado de libertad en espera de pasar este martes a disposición del titular del Juzgado Central de Instrucción número 1.
Según la diligencia a la que tuvo acceso ABC, la notificación del juzgado malagueño a la Audiencia Nacional se produjo pasadas las dos de la tarde y después de que Biosca se identificase.
Tras contestar positivamente, Biosca ha quedado detenido y pasará este martes a disposición del juez Santiago Pedraz, que cubre el Central 1 en tanto su titular toma posesión de la plaza.
Biosca está investigado en una macrocausa que se instruye por estafa con moneda digital que se interpuso el 17 de marzo una querella en representación ya de 300 afectados –cifra ya duplicada– por un importe estafado que se calcula en 280 millones de euros. La causa tenía su origen en un juzgado gallego, el primero, por cierto, que dictó orden de detención contra el bróker, el pasado 10 de mayo.
Se pidió la semana pasada a la Audiencia Nacional que adoptase urgentemente cautelares ante la necesidad de dar con él y, además, asegurar las cuentas bancarias y las carteras que manejaba. Con informe a favor de la Fiscalía, Pedraz emitió la orden nacional e internacional de detención la semana pasada, algo de lo que el entorno del bróker era consciente: su mujer y su hijo, también querellados, ya han designado abogados en la causa, de acuerdo a las fuentes consultadas.
Hasta 4.000 inversores, tanto españoles como de otros lugares como Iberoamérica, han podido verse afectados por la trama de Javier Biosca», que comenzó ofreciendo rentabilidades cercanas al 34% a sus clientes.
De acuerdo a la querella inicial, él comenzó a trabajar desde Fuensalida, en Toledo, captando inversiones con la promesa de un algoritmo que le permitía invertir y desinvertir en moneda digital obteniendo rentabilidades por encima del 34%, de las que un 25% iba a parar al inversor.
Comenzó con su entorno más cercano y el negocio creció como la espuma. Era 2019 y Biosca pagaba las comisiones prometidas que, en 2020 se renegociaron ya a la baja. En verano de aquel año su cartera creció exponencialmente y en otoño, comenzaron los incumplimientos, hasta que el sistema colapsó.